Y la historia se repite, Marikinda empezó a perder lunares, y yo barre que te barre lunares, así que ni corta ni perezosa decidí darla una compañera de altos vuelos, y así fue como llegó volando volando la linda Abelinda
Compartieron flores y secretos, pero a Abelinda la gustaba picar de flor en flor...
Y una mañana Abelinda tan alto y tan lejos voló que no volvió y la pobre Marikinda sola se quedó.
Y colorín colorado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me gustaría saber tu opinión